Esta historia comienza en 1045 a.C. en Belén, territorio Israelita. David tiene 10 años de edad y se está preparando para pastorear el rebaño de ovejas de su padre, Jesé (Isaí). David, siendo el menor, se convierte en el sirviente de la casa, relegado en relación a los demás ya que sus hermanos ocupan una posición privilegiada y de honor en su familia por ser valientes guerreros del Rey Saúl. David crece, y se convierte en un gran pastor, pero continúa siendo amoroso, humilde y sensible, y siempre en compañía de su arpa con la cual declama bellos salmos y oraciones a Dios. Saúl por su parte, desobedece las leyes de Dios y el mismo Dios, a través de su profeta Samuel, le notifica que pondrá en su lugar a alguien que sea mejor que él, alguien que tenga el corazón de Dios. Dicho eso, el espíritu de Dios se retira de Saúl y él pasa a ser atormentado por un espíritu maligno.
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